Jorge Canela Landa
                                                                                                    28 de octubre de 2017



MÉXICO EN UNA MEMORIA

Acerca de las Memorias de Blas Pavón, de José Fuentes Mares

Con los libros pasa como con las personas: nunca sabes con quién estás tratando. Algunos son de buena familia, se les conoce por su buena reputación o porque tienen apellidos de madre o padre reconocidos. Los hay también de mal aspecto, que no das un peso por ellos y que terminas por admirarlos. Por el contrario, algunos lucen atractivos atuendos, te seducen, aunque terminan  por ser artefactos huecos.

Como lector, uno se vuelve un sabueso en busca de tesoros; un amigo en busca de amigos; un amante con quién compartir el tiempo discreto que acostumbra.

Imagina que un día te encuentras con un libro viejo (se editó en 1966 y no se publica más), que contiene las memorias de un tal Blas Pavón (Dios mío, a este señor ni en su casa lo conocen, por qué habría de importarme su vida), y por si fuera poco, el personaje nació y murió en el México de las cavernas (1790 a 1877). Quizá llegues a pensar que se trata de alguien ocioso que buscaba la trascendencia a través de las letras y que por lo visto no lo logró, pues en definitiva no te suena a alguien famoso… Pavón Pavón… ¿Será familiar de ese señor de pañuelo en la cabeza que aparece en los billetes de cincuenta pesos, que según dicen fue un guerrero muy importante, que tenía que ver con la iglesia y con la Independencia de este país?  ¿Y si Blas Pavón fuera su hijo o su nieto?

Motivado por la curiosidad hojeas (y ojeas) las primeras páginas. En el prólogo lees que José Fuentes Mares  encontró hace tiempo en Madrid, entre los libros de viejos del Rastro (¿acaso un lugar a donde llegan a morir los libros?) el “manuscrito foliado, y cosido con cáñamo, cuyas primeras líneas prometían interesantes hallazgos, (además de que comprobó…) que su autor fue un finísimo observador de los acontecimientos de su tiempo… (con) genio para reconstruir e interpretar el material histórico a su alcance, dueño además de notables facultades para la síntesis.” Por si fuera poco, el tal Fuentes (Fuentes Fuentes, lo único que te suena con ese apellido es ese Carlos que escribió Aura, la novela con la que se cachondean las niñas de secundaria) termina por encontrarle dotes de pintor a Blas Pavón al destacar que “en pocas líneas, mediante dos o tres trazos magistrales, esboza lo fundamental de un hecho, y aun de fenómenos cuya descripción llevaría varias páginas a cualquier historiador profesional de nuestro tiempo.”

Ni siquiera sabes  por qué sigues con ese libro entre las manos. Aunque quizá sí. Te viene a la cabeza aquel consejo de un amigo al que tienes por sabio: más que fijarte en quién lo dice, debes centrarte en lo que se dice. Sutil manera de destacar al pensamiento por encima de las personalidades. Libre de adoraciones, santones y diablillos.

Así que pasas por buenas esas Memorias que probablemente lo son, piensas, porque las haya escrito alguien desconocido que no tuvo más interés que asentar lo que a él le tocó vivir, sin la frialdad que da el oficio de historiar y sin el apasionamiento de aquellos que al escribir han sido partícipes de los hechos que narran.

Llegas a casa y lo primero que haces es buscar en internet de qué van las Memorias de Blas Pavón y qué tiene que ver José Fuentes Mares en todo esto. Encuentras acaso una decena de referencias que poco te dejan ver. Vaya, creo que en esto de ser sabueso no le atino. Creo que compré basura. Te reclamas.

- Ummm, ya sé, conozco a alguien que siempre anda metido en eso de los libros. Se te escucha decir en voz alta.

-   ¿José Fuentes Mares? ¿Blas Pavón? Sí claro, sé sobre todo del primero porque Pavón nunca existió. Quedas perplejo.

-   Quiero decir que para saber de Pavón hay que conocer a Fuentes Mares quien nació en Chihuahua, en el año de 1919 y murió en 1986. Hay incluso en la actualidad un premio literario que lleva su nombre y que han ganado personajes de renombre como Juan Villoro, Alberto Ruy Sánchez y José Emilio Pacheco. Te revela tu amigo el lector.

-   Pero leí que José Fuentes Mares estudió filosofía y derecho, ¿cómo puede ser eso?

-   Sí, fue sobretodo historiador, pero también escribió textos que pueden catalogarse como literarios en la medida en que ejerció la ficción e inventó personajes y diálogos.

-   ¿Un historiador que se traía entre manos la ficción como una manera de contar la historia? Preguntas con desconfianza.

-   Ya sé que suena raro, pero no lo tomes a mal. La obra de José Fuentes Mares se puede muy bien delimitar entre aquella que cumple con los cánones de la disciplina de la historia (referida a hechos verificables y documentados), y aquella que denota el uso de la ficción para filtrar opiniones y juicios de valor. No olvides que en las ficciones caben las verdades, pues estás se revelan con mayor libertad. Espera, déjame que te demuestre lo que te acabo decir.

-   Mi amigo se levanta, me ofrece café y me pide que lo espere unos minutos. ¿Por qué alguien puede tenerles tanto amor a los libros? ¿Por qué precisamente ha de saber algo sobre este historiador mexicano si ni siquiera historiador es? Aunque eso sí, me consta que es un hombre al que le interesa lo que sucede más allá de sus narices ¿Qué hago yo aquí indagando acerca de estas Memorias? ¿Será acaso que siento admiración por el mundo de la cultura y todavía no me decido a asumir el gusto con arrojo y dedicación? Si al menos estas redes sociales no me distrajeran tanto o si no llegara tan cansado a casa luego del trabajo o las obligaciones no ocuparan todo mi tiempo...

-   El sabueso de los libros vuelve con un montón de ellos. Todos son de José Fuentes Mares: Cortés, el hombre, Santa Anna, el hombre, Miramón, el hombre, Juárez y la República, Juárez, los Estados Unidos y Europa, Génesis del Expansionismo Norteamericano, Poinsett, Historia de una Gran Intriga, La Revolución Mexicana, Memorias de un gran espectador, Biografía de una Nación, de Cortés a López Portillo, El Crimen de la Villa Alegría, Historia de dos orgullos, Servidumbre, Intravagario, y Nueva Guía para Descarriados. Me explica:

-   En el imaginario social (discúlpame el término) los personajes de la historia existen como buenos o malos. De manera simplificada categorizamos las decisiones y los hechos. Agreguemos a esto, que la historia la cuentan los vencedores, que de no llegar a serlo pasarían por revoltosos. La ciencia de la historia, no siempre con acierto, busca precisamente desvelar lo qué hay más allá de lo aparente. Por ejemplo, si te digo Hernán Cortés, quizá piensas en invasor, conquistador, asesino, religión, enfermedades, esclavitudes, expropiaciones… Si te digo Benito Juárez quizá piensas en estatuas a lo largo y ancho del país, en su título de Benemérito, en la defensa que hizo de la República (cualquier cosa que esto signifique), en pastor de ovejas, en su condición de raza indígena, en esfuerzo… si te nombro a España o a Estados Unidos quizá piensas en victimarios de nuestro desgraciado país.

-   La historia nos revela lo limitadas que son nuestras percepciones y nos ayuda a matizar los conceptos que nos formamos generalmente a partir de opiniones no informadas o que prevalecen en los medios de comunicación.

-   Cortés, Santa Anna, Miramón y Juárez representan y sintetizan la historia de este país en diferentes épocas y desde diferentes trincheras. Hay entre ellos casi cuatrocientos años de historia. Miramón y Juárez, dos personajes de una sola línea, con dos proyectos de país distintos, pero al fin fervientes defensores del mismo. Se enfrentaron, batallaron y uno terminó llevando al otro al paredón de fusilamiento. Ambos, fueron especímenes gigantes de este país, lo que no los exime de sus yerros (uno con sus acuerdos con Europa y otro con los Estados Unidos). Cortés, origen y motor de lo hoy se conoce como México con su carácter de raza y nación.  Santa Anna, prototipo de las contradicciones, de lo bajo y lo ligero, de lo cambiante y sin sentido de la gente de este país, y no me refiero solo a su clase gobernante pues don pueblo va siempre por la vida con su máscara de comparsa y de espectador.

-   En esta misma línea de los libros de historia, de José Fuentes Mares, se encuentran Génesis del Expansionismo Norteamericano, y Poinsett, Historia de una Gran Intriga, basados en fuentes escritas que el autor ubicó en bibliotecas públicas del gobierno de los Estados Unidos y universidades de ese país. Ambos, narran las decisiones a largo plazo que llevaron a cabo los presidentes de la nación americana para expandir sus territorios, así como las ideas y proyectos que lograron influir en las decisiones de los gobernantes del México independiente. Joel Roberts Poinsett (la flor mexicana Noche Buena en inglés se llama Poinsettia en su honor, que no en el nuestro), el ministro plenipotenciario que el país del norte envió al nuestro, allá por los años veinte y treinta del siglo diecinueve, es la encarnación de que los imperios no sólo dominan militarmente sino a través de las ideas que logran sembrar. El imperio en expansión necesitaba ponerle diques a la influencia de Europa y así lo manifestaron. América fue para los americanos.

-   Desde entonces un sentimiento antiespañol germinó en estas tierras y nos negamos a sí mismos como raza. Fue un zapoteca, Porfirio Díaz, quien se atrevió a mirar nuevamente hacia Europa, luego vendría la Revolución y con ello, la negación, una vez más, de nuestro pasado español. Para muestra, observa las obras de los pintores post revolucionarios, en especial las del Muralismo, y verás los roles que ocupan los españoles e indígenas en algunas de ellas. A los conquistadores hay que odiarlos, son los malos, parecen expresar. Con ello nos reivindicábamos como las víctimas indígenas que, habiendo sido perturbados en el edén de la historia, recobrábamos nuestro futuro a punta de bayoneta.

-   Si bien a mí esto de la historia empieza a gustarme, luego de todas esas ideas termino abrumado. Creo que mi amigo lo percibe, así que interrumpe su discurso.

-Bueno bueno, tú has venido aquí para preguntarme por las Memorias de Blas Pavón y te he salido con toda esta retahíla de cuentos. Como te dije antes, Pavón nunca existió, es una ficción, una licencia que el historiador se permitió para poder opinar, dar sus puntos de vista, sus juicios de valor sin cortapisa.

-   Pero bueno amigo, entiendo que poco te puedan importar las opiniones de José Fuentes Mares. Lo que sí tengo que decirte es que ese texto es una perfecta síntesis de la historia del siglo XIX mexicano de alguien que la conocía de cabo a rabo. Por eso quise enseñarte algunos de sus libros.

-   En las Memorias de Blas Pavón la verdad se conduce con la libertad que le da la ficción. Es también, una extraordinaria síntesis de casi un siglo de historia de México, lo que es una virtud pues el siglo decimonónico mexicano si algo tiene es que es extraordinariamente complejo y embrollado cuando se es lego en el tema.

-   Como si le hubieras dado otra vez cuerda, tu amigo continúa:

-   En este país, desde la Independencia hasta la víspera del periodo porfiriano abundan Planes, intervenciones, guerras y secesiones. Las pasiones humanas se enfrentan desde razas, ideologías e intereses. Gachupines contra criollos, conservadores contra liberales, monarquistas contra republicanos, centralistas contra federalistas, masones de rito escocés contra masones de rito yorquino.

El siglo diecinueve es, también, la historia de los enanos y de los gigantes; de los viles y de los patriotas, de los líderes de pacotilla y los de una sola pieza. Y representa, como dice José Fuentes Mares a través de las Memorias de Blas Pavón, la transición entre nuestra Edad Media y nuestra época moderna.

-   El libro que tienes entre manos -y que te felicito por haberlo encontrado pues es difícil dar con la obra de este historiador- vale la pena, pues de manera corta y amena te da la posibilidad de escrutar en ese gran periodo de la historia mexicana.

-   Nunca se sabe con quién se está tratando. En esto de los libros uno se encuentra con tesoros que jamás imagina. ¿Quiénes habrán sido esos gigantes mexicanos del siglo diecinueve? ¿Qué revelaciones contienen las Memorias de Blas Pavón? Motivado, sin duda, buscarás ese tiempo discreto para la lectura.

P.D. Este escrito es también una ficción con trazos de verdad.  A Blas Pavón lo encontré en internet. Quise motivarte a leer algo de la historia de México y de paso, que supieras de este gran historiador mexicano, José Fuentes Mares. Hoy sus libros casi han desaparecido. Los títulos a los que me referí los he encontrado a lo largo de los años en los Rastros de la Ciudad de México.


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Solo los pueblos que conocen su historia pueden intervenir en ella, modificarla; los que no, son víctimas de las intrigas. Autor: Jorge Canela Landa

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